J.R.R. Tolkien fue un católico modelo: siempre cercano a un sacerdote, fue criado por uno y su primogénito lo es también, hablaba desde muy joven un pulcro latín y era sobre todo un hombre de profunda fe y de oración.
Debemos reconocer que la fe de Tolkien en la Iglesia Católica, es bastante precoz; fue inculcada por su madre, quien tuvo una vocación de martirio muy considerable, abrazó la fe católica siendo viuda y con hijos a cargo, sabiendo que con esto la familia de su esposo la repudiaría, pues eran bautistas practicantes y no prestarían ayuda de ningún tipo para que sus nietos fueran criados en la “fe romana”.
Esto marcaría de por vida a Tolkien, pues Mabel Tolkien moriría enferma y rechazada, lo que da cuenta de una vocación al martirio. Debido a esto muchos de los biógrafos de Tolkien tratan de darle un perfil psicológico a su de en el catolicismo, lo que se puede ver en la realidad, es un aspecto sobrenatural en su vida, no solo fue católico por tradición familiar sino mas bien, por verdadera convicción, tanto así que su obra esta plagada de teología católica, sobre todo de teología natural.
La vocación de Tolkien se vió dirigida por el P. Francis Morgan, sacerdote hispano-galés, perteneciente al Oratorio de Birmingham, fundado por el Cardenal John Henry-Newman, venerable converso del anglicanismo y líder del Movimiento de Oxford. Huérfanos, los hijos de Mabel quedan bajo el cuidado del sacerdote católico, quien enseña latín al Joven John Ronald Reuel y se convierte en su director espiritual, es tal el afecto y disciplina del dirigido que cuando éste le prohíbe comunicarse con quien sería su esposa, Edith Mary Bratt, debido a la diferencia de edad, le obedece sin ápice de discordia.
La obra de Tolkien se caracteriza por incluir elementos católicos que son fundametales en su ficción, como la caída del hombre, la redención y la creación. Esta última bellamente relatada en El Silmarillion, donde el Dios creador Ilúvatar hace el mundo a partir de un canto maravilloso, que luego es acompañado por seres que recuerdan mucho a un coro angélico. Se recuenta también la traición de Luzbel, convertido por Tolkien en un valar caído, llamado Melkor y después Morgoth tras su expulsión del paraíso, como el demonio pasó de Luzbel (ángel de luz) a Lucifer o Satanás.
Pero el tema que más resalta en Tolkien es la llamada “Teología Natural”. Colin Duriez, tolkenista reconocido describe a la relación de la obra tolkeniana con esta teología como sigue:
«Tolien era católico romano. El catolicismo a venerado mucho al teología natural. El New dictionary of Theology la define como: «Las verdades sobre Dios que pueden aprenderse de las cosas creadas (la naturaleza, el hombre, el mundo) tan solo con la razón. La Reforma propugnaba el regreso a las Escrituras como la única fuente del conocimiento sobre Dios y por tanto de todo lo demás. La naturaleza era interpretada a través del Cristal de las escrituras.» (Tolkien y el Señor de los Anillos, La guía básica para descubrir su obra. Colin Duriez. Hispano Europea. 2002)
Esta teología natural, inspira a Tolkien a recrear la belleza de los paisajes contenidos, sobre todo en el Señor de los Anillos, como obra de Ilúvatar, el Único el Dios creador. Esta misma teología nos permite entender la misma existencia de Dios, pues la naturaleza nos revela la realidad de un ser omnipontente, omnipresente, omnisciente y creador, que Santo Tomás de Aquino, revelaría a través de sus Cinco Vïas.
Este artículo no prentende esgrimir un tema que es materia de una tesis, pero vale la pena resaltar la figura de laicos comprometidos con su fe. Quienes a través de su obra, demuestran que puede permanecerse en el siglo, teniendo en la mente y en la mano a Dios en todo lo que se hace, aún cuando uno se considera a su mismo un hobbit. +
Fuente: http://lucemvitae.wordpress.com/2008/01/26/el-senor-de-los-anillos-y-el-catolicismo/
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